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Mi voto es para el 15M

¡Qué intenso ha sido este proceso electoral que culmina en la jornada del 24 de mayo! ¡Cuántas ilusiones puestas en pie para un imprescindible cambio, cuanta esperanza de que nos pasen a gobernar quienes anteponen el sentido de lo humano a lo mercantil, lo colectivo a lo individual, cuánto deseo de un generoso vuelco en las instituciones. Pero sobre lo que quiero reflexionar es sobre lo feo y penoso que ha resultado también el proceso en la gran mayoría de los municipios.

Para empezar, la dirección de Podemos, que capitaneó desde el principio el ejército insurrecto, metió la pata hasta el fondo cuando decidió que la organización no se presentaba como tal en las ciudades ni en los pueblos. Una metedura de parta inútil que ha sembrado el caos, consiguiendo incluso que en muchos sitios su gente se haya dividido en distintas candidaturas. Sin ser capaz de evitar precisamente lo que pensaban conseguir, que era controlar el proceso, por lo que si se hace un repaso a las candidaturas integradas por gentes de los círculos, seguro que nos encontraríamos con elementos de aluvión, paracaidistas, hasta gente mezquina, que ya forma parte del cuerpo activista de la organización. Ha sido una verdadera barbaridad, que se suma a algunas otras que ha cometido en el proceso de su construcción como partido.

El otro gran error (esta vez contratiempo, hándicap) ha sido el tiempo, la perentoriedad, las prisas ante la inminencia electoral que había que aprovechar. Que ha provocado candidatos nada apropiados, listas confeccionadas apresuradamente, falta de reposo para debatir, para consensuar, etc., porque se impuso el tener que estar en la carrera por ganar.

Muchos, muchas veces, se han referido al espíritu 15M a lo largo de esta campaña y correspondiente precampaña. Que dicho espíritu estaba con ellos. Pues me temo que no, que sólo estaba en el aprovechamiento que querían hacer de esa idea, porque el espíritu 15M que yo conozco y en el que yo creo se ha quedado estupefacto contemplando como se ha ido a estas elecciones con el mismo estilo de siempre, desechando lo bueno que se había andado, dejando en el camino, principios y estilos que pasaban a ser molestos.

No digo que haya sido así en todos los lugares, por supuesto que no. Pero si se observa la lista de candidaturas a escala nacional, vemos como tres formaciones llamadas “obligatoriamente” a ir juntas en esta coyuntura (Izquierda Unida, Equo y Podemos), no lo han hecho salvo en muy contadas ocasiones. Unas veces por unos, otras veces por los otros. Y eso, y muchas otras divisiones y ausencias, tiene que ver, con total seguridad, con intereses mezquinos, con personalismos, con maniobras orquestadas en la oscuridad. Resumiendo: con los viejos usos y costumbres de los partidos que ya no tendrían nada que hacer en esta sociedad y que esperemos que ahora hayan dado sus últimos coletazos, sus desesperados intentos por amarrar otros cuatro años bien colocados, ahora ya de prórroga.

Faltan 4 días para conocer el estado de opinión real del país, pero me arriesgo a vaticinar un éxito de la derecha, un éxito de Ciudadanos y PP, y donde haga falta, ahí completará el PSOE. Pues si ese éxito se confirma, la mayor parte de la culpa es nuestra, de la izquierda, de las fuerzas progresistas, una vez más divididas, enfrentadas, por haber vuelto a ser sectarios, maniobreros, anteponiendo intereses individuales o de grupo (de bandera, de siglas) a los más generales que impone el uso de la razón. Arrogancia, prejuicios, clasismo.

La sinrazón canalla que nos gobierna nos había dado una oportunidad de lujo, por la decepción provocada en una ingente cantidad de personas. Pero no se ha aprovechado, entre otras razones porque no podía ocurrir que se aprovechara a costa de lo que fuera. Y eso es lo que se ha hecho. Se ha olisqueado una pizca de poder y se les ha escurrido la baba a muchos, yendo a codazos a construir candidaturas pobres, mezquinas, que tal vez les garantizaba un puesto a ellos.

En mi pueblo ha pasado algo de eso, y sé de otros municipios donde también han triunfado las malas artes de siempre. También conozco municipios en los que se ha dado un proceso de convergencia muy interesante, nada que ver con lo descrito anteriormente, con una participación igualitaria. Con muchas ganas de sumar y de ganar. Afortunadamente.

Yo voy a votar el 24. Desde luego que voy a votar, de nuevo un voto útil para sumar mi granito a los que vean claramente que con el PP, con Ciudadanos y con el PSOE (UPyD ya no cuenta) se va al fortalecimiento de un sistema que está contra la gente, cuya razón de ser es convertirnos en pobres esclavos sin derechos y sin propiedades ni capacidades colectivas. Aunque no sé qué papeleta elegiré, tal vez la que empuje a alguna persona que me parezca más válida que las demás, eso es lo que permite el voto en un pueblo que sabes a quien estás eligiendo.

De lo que estoy absolutamente convencido es de que a partir del domingo seguiré votando al 15M, seguiré en la calle, atento a lo que suceda, vigilante al comportamiento de los nuevos gobiernos salidos de las urnas, reflexionando con los compañeras y compañeros sobre lo que ha pasado, sobre cómo seguir en esta guerra larga, en la que a veces parece que vamos demasiado despacio pero avanzando, sobre cómo abordar el nuevo tiempo que, a pesar de los pesares, va a ser distinto. Seguiremos clamando por la implicación de la ciudadanía en la resolución de los problemas, seguiremos trabajando por una información veraz, participando en el cambio cultural que es necesario construir entre todos. Ese sí que será mi voto responsable y consciente.

6 comentarios en «Mi voto es para el 15M»

  1. Nos merecemos una lección, aunque suene duro, porque como bien dices, hemos estado insistiendo todo el tiempo en lo que nos diferencia y no en lo que nos debería aglutinar: el deseo de cambiar nuestros municipios con gente limpia y ganas de hacerlo bien: al servicio de la gente.
    La realidad es la que reflejas, ese pequeño poder posible ha mareado, emborrachado a más de una, a más de uno….
    Siempre nos queda el 15M
    Sonia

  2. El pueblo verdadero no tiene nombres, es anónimo, como las nubes y el viento y las olas del mar. La batalla es contra el enemigo, y el enemigo está dentro de nosotros, y salta de vez en cuando ¿vedad? Llevamos el virus del poder dentro de nosotros, clavado como una espina que parece que no se puede quitar. Pero cuando el pueblo verdadero funciona nada se le puede oponer. Qué impedimento durísimo es la Persona de cada uno…

  3. Hola Victor, que hayas enviado esto a la PAH y a todo el que has podido me parece muy rastrero.
    «intereses mezquinos, con personalismos, con maniobras orquestadas en la oscuridad»
    Tú si que tienes que aplicarte el cuento.
    Me recuerdas a la Aguirre con Carmena.
    No te digo más.

    1. Lamento mucho que lo que sea no te deje leer con tranquilidad ni te permita capacidad de comprensión, ni entender lo que lees. Lamento que formes parte del coro que al que piensa distinto se le considera un canalla.

  4. La independencia, decir lo que se piensa, no casarse con nadie, señalar los errores, siempre tiene un precio, a veces demasiado alto, y nos vamos dejando el alma a jirones en cada batalla.Algunos, y algunas, locos soñadores seguiremos luchando, porque sin lucha, como bien escribe la compañera de la foto, no hay victoria. En esta batalla hemos recuperado ilusiones perdidas, al menos yo, pues aun viendo los errores tradicionales de la izquierda, desunida siempre frente al muro pétreo de la derecha mas retrograda, hemos avanzado. Y tras la noche oscura se vislumbra un rayo de luz, tímido, pero luz al fin y al cabo. Debemos cuidarlo con mimo.La libertad es demasiado frágil. Y debemos cuidarnos también unos a otros. No somos tantos. Y el enemigo, el de verdad,es poderoso.

    1. Si fuera una cuestión de independencia y de decir lo que piensa, lo podría haber hecho «siempre» con total libertad sin tener que pagar ningún precio, nadie se lo ha impedido nunca, al contrario, ha sido una persona muy escuchada,apoyada y respetada.
      Pero no ha sido suficiente………
      Siento decirte, que no es una cuestión de independecia ni libertad.
      Por lo demás estoy absolutamente de acuerdo contigo, salvo en lo de «los locos soñadores».

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