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Desde la EXPOCANNABIS. Urgente legalización de la marihuana

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Este fin de semana me he pasado por ExpoCannabis. Y me ha sorprendido lo que he visto.

Un lugar demasiado apartado para lo que se sigue considerando el núcleo vital de la cultura, aunque en magníficas instalaciones, en Rivas. Poca gente, un precio excesivamente alto para entrar sin el interés de asistir a los conciertos que parecía ser lo más atractivo, conferencias con escaso auditorio, número de personas suficiente deambulando entre los stands y en el resto de los lugares como para asegurar que es un asunto que despierta gran interés. Un ambiente en el que se mezclaba el saberse ubicado ante un fenómeno de futuro y  una práctica clandestina.

La primera cuestión que me ha sugerido mi paseo ha sido tratar de discernir cómo un evento de esas características se puede hacer “milagrosamente” en un país donde el consumo de cannabis, y sólo el consumo, está, digamos, ligeramente tolerado… o no, dependiendo. Cuando en el recinto encuentras maneras de conseguir semillas de cualquier variedad y de cultivarlas y de consumir cannabis, objetos para su cuidado, publicaciones referidas a este ámbito, maneras legales de acceso, alimentos cuya base es el cannabis, explicaciones para organizarte en las asociaciones de consumo que es la manera en que se está desarrollando el consumo colectivo de la maría… Sabiendo que luego, tal vez dos calles más allá, la unidad canina de la policía intervenga tu coche por si las moscas. Eternamente el estado policial y represivo como única fórmula para la convivencia de ideas y actuaciones que terminarán siendo normales con el paso de los años.

Pero esa contradicción entre lo real y lo que algunos (el poder) deciden que tienen que ser las cosas, se agrava cuando asistes a varias charlas de ExpoCannabis y te adentras en los beneficios medicinales de esa planta que unos consideran maléfica y otros la usan para reírse del mundo. Entonces te enteras, no sólo de sus capacidades paliativas respecto del dolor, que son espléndidas y que van siendo reconocidas por la comunidad muy costosamente, muy lentamente, muy a pesar de esos de antes (el poder), de que se ha confirmado científicamente que cura, al menos parcialmente, el cáncer, porque se han hecho investigaciones en ratones, y que sólo falta la prueba en humanos para ratificar que la maría, ese veneno pecaminoso, podría ser la fórmula que falte al potaje de barbitúricos que combate el más mortífero de los venenos actuales, que cada vez se desencadena por mil nuevos factores que ignoramos.

Pero bueno, avanzaremos. Lo prueba el que Monsanto (¡Dios Santo!) ya se ha lanzado a preparar una marihuana transgénica. Sí, aquí hay dinero, esta es una industria en ciernes con un enorme potencial; y los que tienen olfato para descubrir las vetas, y capacidad y posición para subirse al carro ganador, ya se han puesto en marcha. Eso, al menos, ¿permitirá algunas migajas de libertad para los demás?

Dejémonos de estupideces, de fariseísmos, de cinismos, de turbios intereses. Legalicemos la marihuana, normalicemos su uso para enfermos y hagamos todo el esfuerzo necesario para averiguar cuanto antes hasta donde llega su capacidad sanadora. Y riámonos todos juntos.

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