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El poder de Don Winslow

De las lecturas de este año que ha terminado me voy a quedar con una que me parece, además de suculenta, muy valiosa. Me refiero a El cártel, de Don Winslow, continuación de su llamativa El poder del perro, en realidad las dos seguidas conforman una única obra. Lecturas imprescindibles para comprender el tráfico de droga y la vida delictiva organizada de México, y para disfrutar de una prosa vibrante y de denuncia.

Una trama que no parece inventada, y ello como resultado de un intenso trabajo de documentación, de atención a los procesos del narcotráfico. Y es que cada una de las partes requirió de una dedicación de cinco años, entre búsqueda y lectura de libros, de prensa, revisión de fotos, vídeos, encuentros personales con especialistas e involucrados, etc. hasta el punto de que esa apariencia nos haga creer que estamos ante un reportaje periodístico, seguramente fiel, desde la ficción, a una realidad exageradamente dura, a cuyo servicio el autor consigue ofrecer una veracidad descarnada. Hay que recordar que por su biografía sabemos que estudió periodismo, un dato que conviene tener presente si queremos ir más allá de sumergirnos sin más en la suculenta ficción que tenemos delante.

Brutal, no hay otro adjetivo que defina mejor esta magnífica obra, tanto el relato como lo que cuenta. O bestial.

Ése es uno de los logros mayúsculos de la novela (vamos a seguir considerándola un continuo). El otro es el ritmo, vertiginoso, de una fuerza poderosa que arrastra al lector hasta donde el autor pretende: al desconcierto, a la estupefacción ante la historia de pesadilla, ante el asombro indignado.

Es México, pero también Colombia y, ¿cómo no?, Estados Unidos, con una política contra el narco muy sui géneris, muy suya, muy de si pero tampoco, de que estamos en el paraíso del libre mercado, aunque cargue con una moral férrea que esconden con todo el cinismo que son capaz de acumular.

La violencia, los comportamientos delictivos, sus esquemas de funcionamiento, las luchas fratricidas por el poder, no sólo por dinero, sino por el territorio, por las vías de distribución o por las fuentes de suministro. El tráfico de armas, íntimamente ligado. La política, naturalmente, que lo es casi todo. Y cómo el poder y los cuerpos policiales y del ejército se reparten entre los distintos cárteles, apoyando a unos o a otros. Todo el mundo está manchado, está a sueldo, todo el mundo está fuera de la ley, manejando una ética a la que parecen deberse por sangre.

el poder del perro

En la primera parte, en El poder del perro, los dos personajes centrales son amigos, Art Keller, un joven agente de la DEA de origen hispano, y Adán Barrera, que a lo largo de ese primer bloque de páginas se convierte en el heredero del más importante negocio de narcotráfico. En El cártel Adán consigue escapar de la cárcel y Art lo convierte en el objetivo de la persecución a la que entrega su vida, más allá de lo lícito, cayendo en la misma violencia que empieza combatiendo, sin importarle si en su camino se vuelve aquello que odia. Obsesionado. Maldito. Perdedor. Un viaje de muerte, de destrucción, de venganzas, de poder, de masacre.

Don Winslow nació en Nueva York en 1953. En 1991 escribió su primera novela, Un soplo de aire fresco, iniciando con ella una serie de su personaje, el detective Neal Carey, que cuenta ya con cinco entregas, de las que en España sólo se han publicado tres. Al margen de esa serie cuenta con otra docena de novelas. Ha sido detective privado, guionista de cine y televisión, y dos de sus obras han sido llevadas al cine, Bobby Z y Salvajes.

En general, las novelas de Don Winslow se han recibido especialmente bien por el público, y también por la crítica. Un hombre que, tras este impresionante trabajo dedicado a la droga, y la cantidad de entrevistas realizadas para empaparse del asunto, en definitiva: su inmersión en se mundo salvaje, ha declarado que «solo la legalización y/o la descriminalización de las drogas puede reducir el narcotráfico».

2 comentarios en «El poder de Don Winslow»

  1. La droga es un negocio lucrativo al que no existe voluntad gubernamental ni policial de exterminar en los países ¿civilizados?
    Hace años, en Proyecto Hombre, se hizo una encuesta entre los padres de toxicómanos sobre la legalización de estas sustancias. El voto de los padres fue afirmativo.
    Como dije al principio,la droga es un negocio lucrativo al que no existe voluntad de exterminar

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