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La asamblea de los muertos, una novela trepidante en clave de diálogos

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Es la primera novela del periodista Tomás Bárbulo. Y la recomiendo encarecidamente, especialmente si quieres distraerte de los agobios propios de esta canícula desorientada por el cambio climático, cada día más acelerado por la cerrazón gobernante. Un policiaco con el que perder el sentido, que te tragas en muy pocos tuestes al sol.

Sí, Bárbulo es periodista experimentado, actualmente en el País, antes fundador de otros medios como Expansión, El Sol o La Gaceta de los Negocios. Autor del ensayo La historia prohibida del Sáhara Español. Y ahora (nacía en el 58), se aventura en la escritura de un policiaco frenético, ambientado en Marruecos, que conoce bien porque aunque gallego de nacimiento, ha viajado mucho por necesidad profesional a Marruecos, Mauritania, el Sáhara Occidental, Argelia, Senegal y Mali.

En realidad no es un policíaco o, lo que a mí me gusta, no está esta novela enmarcada en un territorio claramente definido. Podría calificarse de novela de aventuras, o de acción; eso sí, con asesinatos y la planificación y ejecución de un importante robo, incluso con derivadas políticas (si se quiere), lo que entraría de lleno en la novela negra.

Se trata de una panda que… ¡menuda panda!… es contratada en un barrio madrileño para dar un golpe en Marrakech. Luego la preparación, el viaje, el golpe en sí mismo, etc. Mientras que se suceden paralelamente otros asuntos que elevan el riesgo de la operación a cotas no imaginadas por ninguno de los implicados, bastante ajenos a lo que sucede más allá de sus narices.

Pero lo importante no está sólo en un desarrollo claro, que te atrapa, de los de varios relatos simultáneos. Ni siquiera en un desenlace múltiple que se puede ver venir, o algo parecido, pero que no deja de sorprenderte y que está bien construido sin que se saque ningún elemento de la manga. Lo importante también reside en su estilo. Es una novela enteramente dialogada, hay bien poco de voz narrativa, lo que la hace mucho más objetiva. Lo ha explicado su autor, Tomás Bárbulo: “estricta dieta de adjetivos, descripciones, las justas; diálogos, lo más escuetos y precisos posibles. Y nada de narrador omnisciente. Es el lector quien tiene que sacar las conclusiones…” En definitiva, una novela que es una fotografía en la que el lector tiene que marcar la perspectiva, de la que se tiene que servir, página a página, para componer cada secuencia.

Y lo que hace no es fácil, nada fácil. Bárbulo dibuja perfectamente a cada uno de los personajes (tiene gracia lo de si él es el Chiquitín, su chica sea la Chiquitina, si él es el Chato, ella es la Chata, si él el Guapo, ella la Guapa, etc.) y cuenta sus relaciones, sus conflictos, y narra la historia… manejando casi exclusivamente esos diálogos que él define, con acierto, claro, como escuetos y precisos. Están muy bien construidos, lo que hace que la novela sea realmente buena.

Yo tenía un amigo crítico que decía que el que usaba diálogos era porque no sabía escribir. Yo nunca estuve de acuerdo con él (ni en eso ni en otras tantas cuestiones) y le recordaba una novela maravillosa de Manuel Puig, como es El beso de la mujer araña. Ahora le añadiría un nuevo ejemplo de gran novela escrita gracias a un dominio excepcional de los diálogos.

Esa trama que recorre, sobre todo merced a su manera de contar, se vuelve vertiginosa. Yo no he podido soltar la novela hasta que he llegado, casi sin darme cuenta, al punto final. Esa capacidad vuelve a señalar que La asamblea de los muertos es una gran novela. De un nuevo escritor de ficción que se llama Tomás Bárbulo.

Editada por Salamandra, fuera de su colección Black.

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