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Las Marchas de la Dignidad

El sistema capitalista se está comiendo este país, lo está destrozando, como también otros de nuestro entorno, y de más allá. En estos momentos el gobierno del PP comandado por Rajoy ha sumido a España en el período más negro de lo que se ha venido en llamar democracia, un intenso trabajo iniciado por el último Zapatero cuando entregó los escarceos con la sociedad del bienestar al riguroso cumplimiento de una deuda en la que caben un montón de poderosos intereses privados.

España es hoy un país de desigualdades mucho mayores que hace pocos años, donde las clases medias llevan un proceso vertiginoso de empobrecimiento, donde los pobres son muchos más y pasan hambre, donde los ricos son mucho más ricos, donde se han recortado los derechos que creíamos inviolables. Donde el patrimonio común, las posesiones colectivas tanto físicas como de instituciones y servicios están dejando de serlo pasando automáticamente, como una buena herencia, a ser propiedad de los de siempre. Con unos medios de comunicación masiva vendidos a un mensaje único. Vivimos un momento de retroceso, en el que se están poniendo las bases para una sociedad mayoritariamente esclava, sin derechos, miserable.

¿Ejemplos? ¿Hacen falta? Son innumerables, cada día hay un nuevo recorte de prestaciones, de derechos, de capacidad adquisitiva, de capacidad familiar para hacer frente a los gastos cotidianos, de impedimentos para ejercer nuestros derechos como ciudadanos que se quejan, que protestan, que buscan una alternativa racional y justa. En cada informativo nuevas medidas que te hielan la sangre, o que te la hierven, o hasta que te hacen reír porque te asombras con tanto absurdo, con tanta evidencia de corrupción, de mentira, de falsedad, de cinismo, de totalitarismo.

Y ahí estamos nosotros, una minoría frente a la mayoría dormida, engañada, amedrentada, vencida, una minoría rebelde que sale a la calle, alistada en organizaciones políticas y en movimientos sociales, o que salta por impulsos coyunturales. Pero sin dirección política, sin objetivos marcados y alcanzables, claros. Sin estrategia.

Columna andaluza

Columna andaluza, la más numerosa

Yo voy a estar en Moncloa a las 13 horas del sábado 22 para sumarme a la marcha noroeste, y voy a ir hasta a plaza de España, donde comeremos para luego seguir hasta Cibeles y, creo, hasta Colón. Y estaré esta mañana a las 13 horas o a las 14, no estoy seguro, recibiendo en el Planetocio de Collado Villalba a la marcha noroeste, en la que llegan unos 150. Como he estado gozando el domingo 9 de marzo en esa fantástico y emocionante fiesta de la cultura, como he paseado la calle montones de veces gritando, protestando, sumándome al menguado clamor popular contra un sistema bárbaro y canalla.

Pero siempre manteniendo mi sentido crítico.

Junto a lo magnífico que ha sido presenciar el encuentro de organizaciones de izquierda y movimientos sociales en aras al objetivo común de convertir el 22 de marzo en una inmensa protesta, también hay cosas que me faltan y que se pueden resumir en qué vamos a hacer el 23 y los días siguientes.

Eso es porque sigo pensando que falta dirección política, que hasta las fuerzas que mantienen en el Congreso un discurso que comparto no están a la altura del gran reto que tiene el país, que tenemos los ciudadanos. Pero es lo único que tenemos, y es preciso hacerles reaccionar.

Todo por lo que hacemos la movilización del 22 es íntegramente asumible, ¡cómo no! Pero desde luego falta algo central: la dimisión de este gobierno y la convocatoria de nuevas elecciones, aunque el trabajo previo de cambio de la ley electoral y muchas otras medidas democráticas aún no se haya hecho porque nadie haya trabajado decididamente por ello. Tengamos o no que cambiar el sistema, y yo sé que sí tenemos que hacerlo, lo más urgente para que esta sangría se detenga es derrocar el gobierno mediante una definitiva movilización popular. Pasa que los movimientos sociales, impulsados o personificando el estallido del 15M son los que esencialmente se mueven inventando movilizaciones continuamente, pero no existe la dirección política que se aprovecha marcando esos objetivos a los que me refería antes y ponga sobre la mesa una alternativa creíble, clara, contundente y atractiva.

Aunque puede que no tarde en llegar, porque muchas cosas se están moviendo. Pero tenemos prisa porque esto tiene que cambiar, ya, nos estamos jugando la vida en ello.

El 22 va a llover, va a hacer frío. ¿Dejaremos lo de participar para otro día?

1 comentario en «Las Marchas de la Dignidad»

  1. Si llueve sacaré el paraguas y si hace frio me abrigaré bien. Pero no faltaré.
    Gracias Victor por tus acertadas reflexiones sobre el momento que estamos viviendo.

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