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¿Pedir el voto?

Tras la legislatura más larga de la Democracia, porque Rajoy tiene que aprovechar lo poco que le queda de poder pensando en su retiro, con un quinto presupuesto aprobado contra cualquier sentido democrático, llegan unas nuevas elecciones para decidir quién nos gobierna en los próximos cuatro años. Éstas del 20N son muy anheladas porque lo que nos han hecho debieran pagarlo en las urnas con toda dureza, y no sólo el PP. Y eso porque lo sufrido y lo que sufrimos es de una gravedad de las magníficas, en todos los terrenos: económico, en derechos, en bienestar social, etc. Entonces todos: los otros, los que están más cerca, todos, nos van a pedir el voto. Y es el momento de darlo porque esta democracia está fabricada para esto: para votar, o negárselo, claro, que para eso también está. Yo también quiero pediros algo, pero no exactamente el voto.

Espero que la fecha no imprima carácter al resultado. No sé a quién votaré, porque no sólo me tienen que pedir el voto, sino convencerme para que se lo conceda. Claro, por principio no voy a votar ni al PP ni a Ciudadanos, sencillamente porque representan intereses opuestos a los míos, ellos defienden los intereses de los bancos y de las grandes empresas, defienden la perpetuación del sistema mediante su ideología conservadora, reaccionaria, que no tiene nada que ver conmigo; tampoco votaré al PSOE, partido que existe también para mantener el sistema, aunque algunas medidas sociales que pudieran desarrollar, como algunas que han desarrollado en el pasado, sean bien recibidas. Me quedan los que representan los intereses de donde estoy, de lo que soy, de un ciudadano trabajador: Ahora en Común y Podemos, pero en este momento no sé a quién votar porque desde luego las dos candidaturas distan mucho de merecerse mi voto.

Tal vez vuelva a elegir una papeleta útil, votando sin estar convencido a cualquiera de ellos. En todo caso, seguramente sí votaré, aunque respeto la opción de no jugar con sus reglas y no votar. No sólo la abstención es una opción que respeto, sino que me parece perfectamente congruente con lo que básicamente es una farsa, no sólo porque no se crea en el sistema y no se aprecie el estado, sino porque este estado, estos partidos, no se merecen ni agua.

Pero mi reflexión ante una nueva jornada electoral es que si yo tuviera capacidad, y desde aquí lo voy a hacer, no pediría el voto, pediría otras cosas.

Porque votando no es como se arreglan las cosas, votando no es como se va a cambiar el sistema. Lo decíamos y lo decimos en el 15M: vamos despacio porque vamos lejos.

Y eso me conduce directamente a la amargura ante un pueblo adocenado.

El actual sistema de cosas sólo se transformará de verdad, de arriba abajo, como se precisa, dejando de ver la televisión, y en su lugar leyendo, yendo al cine y comentando las películas con los amigos, yendo al teatro, escuchando música de calidad, participando en asambleas en la plaza de tu barrio, de tu pueblo, participando en actividades solidarias, en algún colectivo ciudadano, etc. Sólo iremos hacia adelante cuando construyamos personas conscientes, críticas, con personalidad propia, además de solidarias.

Lo que yo pediría sería que cada uno pensara por sí mismo y que actuara defendiendo sus intereses y de quienes los comparten.

Claro que es un proceso largo, en el que ninguno de los partidos existentes, ni los de antes ni los emergentes, inician el camino. Porque hacer ciudadanos conscientes y críticos va en contra de todos. Sólo sé de un tiempo en el que se planteó una labor pedagógica, fue durante nuestra querida Segunda República, pero aquel intento sabemos que fue masacrado por un puñado de militares con el dictador Franco a la cabeza. Ya en democracia, gobernados por los sucesores de aquel Régimen, el PSOE inició la construcción de las Universidades Populares, proyecto en el que yo estuve trabajando. Pero demasiado pronto, viendo el peligro rebelde que entrañaba, el mismo partido convirtió su criatura, la revolucionaria propuesta, en lo que ha quedado: escuelas municipales para entretener a la gente.

En un momento en que la cultura ya sólo es ocio y el ocio publicidad para consumir más, en que el objetivo de los medios de comunicación es establecer el pensamiento único entre la población, cuando la escuela sólo se salva por francotiradores que reivindican un esfuerzo colectivo, participativo y crítico. Es la hora de pedir otra cosa que no sea el voto sino el camino que nos conduzca al desarrollo integral de la persona, sin perder la historia, proyectados al futuro.

Sí, usando la repetición por ver si algo queda, como en la campaña que se avecina, que va a ser todo un horror porque hay quienes ven peligrar, aunque de lejos, sus prebendas y privilegios, lo que yo os pido es que pensemos por nosotros mismos, que seamos conscientes y nos situemos junto a los que tienen nuestros mismos afanes, las mismas necesidades, y no nos dejemos engañar por cantos de sirena que sólo sirven para seguir usándonos como lo hacen, quitándonos derechos y dándonos limosnas. Y que esa actitud no sólo la tengamos ante la urna, sino permanentemente, en nuestra vida cotidiana, en el puesto de trabajo, en la convivencia con nuestros compañeros o compañeras, en la atención a los más débiles, en nuestra vida en sociedad.

5 comentarios en «¿Pedir el voto?»

  1. Estoy convencido que somos muchos los que tenemos esta perspectiva.Y voy a intentar seguir viviendola, como estos últimos años,en mi vida cotidiana.
    Es una verdad de las grandes:sólo hay verdadera transformación colectiva con la transformación individual,progresando en convertirnos en seres conscientes,honestos y responsables.

  2. Me sumo a este deseo tuyo, Víctor. Pero la servidumbre es profunda y está muy extendida. ¿Y qué? ¿Acaso no es precisamente en estas circunstancias cuando hay que decir estas cosas?

    Ahí van estos poemillas, que es lo que se me ocurre mandarte ahora:

    Qué miedo esa noche de mi miedo
    Qué luna quisiera yo para dormirme
    Cómo tose la Fe de mi mentira
    Cómo me llora la seguridad que me rompe.

    No puedo marcharme de mí mismo
    Atado como estoy a este fracaso
    Veo las nubes y me muero de envidia
    Quisiera ser la lluvia que en sus entrañas llevan.

    —————

    No acabo de entender esta pobreza
    Del hombre que se arrastra como un gusanillo
    Tal vez su sangre está llena de miedo
    Quizás el miedo se ha vuelto pobreza

    Pero sea cual fuere la razón que le asiste
    Este arrastrarse no deja de ser triste
    Cuánto se sufre al ver este espectáculo
    Cuánto se muere uno en esta indiferencia.

  3. Yo sí voy a votar. Sin fé, pero con derecho. Lástima que no pueda expresar en mi sobre la falta de fe en las urnas, en los representantes del pueblo que esperan mi voto, en mí misma. Lástima que no pueda lanzar mi grito de protesta, desengaños, dudas y miedos. miedos sí. Soy una vieja romántica que una vez lanzó a los vientos un poema de paz y libertad.Cantando contra la guerra por las calles de Villalba. Ya no creo en nada. Nunca habrá un desarme general en todos los países. Sólo miedo y represión. Mientras la juventud soñaba el 15-M en Madrid (el movimiento más hermoso y esperanzador conocido en el mundo) nosotros mismos lo fuimos debilitando. Y los poderosos se unían armándose hasta los dientes.
    Mientras no desaparezcan las armas, compañeros, habrá guerras mientras existan las guerras, no habrá libertad ni Justicia Social .

  4. Si. Si voy a votar.El voto es un derecho y un deber, como deber es que los políticos cumplan con su el suyo sirviendo los intereses de los votantes, algo a lo que el españolito de a pie no está acostumbrado, sea quien sea el elegido en las urnas, pero, si no lo haces, ¿de qué te puedes quejar? No. No me fío de nadie pero, probaré con Podemos y, amigos, sigamos manteniendo nuestros contactos con el 15-M.la ilusión de muchos mueve murallas. pero el español es poco constante. es lamentable pero así es. todo comienza con fuerza, pero poco a poco se apaga. ¿por qué?

  5. Anoche entre sueños vi
    una paloma volar.
    era blanca,era bella y no la pude alcanzar.
    Y corrí sobre las olas, sobre las olas del mar
    a países muy lejanos.
    Y se posó entre mis manos y se dejó acariciar:
    «Dime paloma blanca cómo te habré de llamar».
    Y respondió la paloma: allá donde los hombres hablen de guerra y muerte»¡Llámame Pueblo! ¡llámame PAZ»!

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