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maleantes

La soledad del corrupto

La otra tarde me dio pena el pobre alcalde de «la capital de la sierra madrileña», como el propio Juárez se ha esforzado en marcar, cuando presentó su dimisión. Ahí estaba él, desvalido frente al pelotón de fusilamiento de las cámaras periodísticas, abandonado a su suerte por sus compañeros y por los vecinos en general. Proclamando a voz en grito su absoluta inocencia, una y otra vez, pero cayendo su lamento en la arena del desierto más insolidario posible porque ya nadie se lo creía.Leer más »La soledad del corrupto