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¡Viva el Partido Popular, que ha ganado para mi!

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Los militantes, simpatizantes y votantes del Partido Popular están de enhorabuena por el resultado que el partido ha cosechado en estas pasadas elecciones. Un éxito sorprendente, inesperado, sumamente gratificante para ellos. Y naturalmente saben perfectamente lo que ha ganado, quiénes han ganado y para qué ha ganado, por eso están tan contentos con el mapa azul con que se ha teñido el país, salvo dos borrones morados.

Lo que ha ganado es la corrupción, el saber hacerse rico a costa de los demás, el fortalecer el partido de manera irregular. Y eso está bien, demuestra sabiduría y es una llamada a espabilarse. Sí, se ha dicho mucho, pero es que no es falso, es la pura verdad. No sólo hay decenas y decenas de cuadros del partido en la cárcel o en los mil sumarios de tramas mafiosas, sino que todo el partido está acusado como tal, incluido muchísimos de sus dirigentes, y toda su organización en el País Valenciano  (que ha conseguido más votos que en la anterior jornada electoral, tal y como se merecían) está procesada. Los sobres, las comisiones, las irregularidades contables, los contratos amañados, las íntimas relaciones entre declarados mafiosos -o simplemente empresarios agradecidos- y políticos, etc. es lo que se ha aplaudido con un respaldo mayoritario.

Y aunque la mayor parte, necesariamente, de sus votantes, y supongo que de los militantes y simpatizantes, son trabajadores, se trata de trabajadores encantados por haber perdido derechos laborales y sindicales, porque ellos no se merecían esa capacidad de defensa de sus intereses. ¿Para qué necesitan que los convenios estén establecidos por sectores si se llevan fenomenalmente con los dueños de sus empresas y les parecen bien lo que les paguen o las condiciones laborales que les marquen? ¿Que les bajan el suelo y les suben el horario? Ellos, encantados, o maldiciendo entre dientes, pero resignados.

Son la parte de la población que no necesitan las pensiones porque han podido pagarse o pueden pagarse un plan de pensiones privado, o que tienen su buen seguro médico y por ello no les importa la degradación corrosiva que sufre la sanidad pública, o que no tienen hijos o nietos en edad escolar, o en edad de estarlo, y el intenso deterioro de la educación no les afecta. Desde luego no les importa, es más, se sienten felices con le repugnante representación de la sociedad que escupen todas las cadenas de televisión, con la escala de valores, la ética y los modos de convivencia que convienen a la perpetuación del sistema actual. Además de que les encanta que en todas las cadenas les digan lo mismo, exactamente lo que ellos piensan, que es lo que tienen que pensar.

Son quienes llegan al llanto porque ven un niño muerto en la orilla del Mediterráneo, pero se sienten satisfechos cuando su gobierno, el de ellos, apenas ha recibido a unos pocos cientos de personas de los 18 o 16 mil que prometieron acoger, porque además están encantados de que ese mismo gobierno haya aplaudido y firmado el acuerdo de Europa y Turquía, por el que se cerraban las fronteras europeas a cal y canto. Y esos no son los peores, entre ellos hay quienes lincharían a los emigrantes que ya están en nuestra tierra para que se vayan y no les sigan arrebatando los puestos de trabajo y llevándose el dinero de sus compensaciones sociales.

Son quienes aplauden los recortes en las libertades civiles, el derecho de información, de manifestación, etc. que ha provocado la Ley Mordaza porque ellos no la quieren porque no tienen nada de qué protestar, y en cambio sí les molesta que haya tantas manifestaciones como hay, mientras no sean los fanáticos del fútbol los que violan la tranquilidad, los que defienden la libertad en Venezuela o se reúnan para glorificar las excelencias de la familia tal y como Dios manda. Ellos no quieren libertad, sino más bien mano férrea contra esos delincuentes que no hacen más que perder el tiempo, soliviantar a las gentes de paz y provocar altercados.

También son los que respiran aliviados porque ya los nacionalistas que quieren romper la unidad patria van a tener que callarse para siempre, uniformándose al fin las distintas sensibilidades de las regiones culturales del país. ¡Una, Grande y Libre!, entonan en la intimidad de sus hogares.

Los votantes, simpatizantes y militantes del Partido Popular son los siervos que están satisfechos porque sus amos cada día ganan más a costa suya, con tal de que luego les dejen el circo para distraerse de sus pesares. Y no les importa que les sigan subiendo escandalosamente la luz, o el agua, o el teléfono, o todos esos monopolios conchabados con el poder político. Porque lo malo que pudiera haber, si es que lo hay, es porque tiene que ser así tal y como se lo explica su carismático líder, que tan locuazmente bien se expresa en sus encendidos discursos.

A ellos no les preocupa el deterioro del medio ambiente, ni que la política cultural sea una verdadera mierda, ni tantas otras cuestiones que siguen imparables su camino hacia el abismo. Ni siquiera que se vaya a firmar, gracias también al Partido Popular un Acuerdo Comercial Transatlántico con Estados Unidos y con Canadá, que va a cargarse definitivamente la soberanía de nuestro pueblo y va a instaurar un montón de medidas que, si las conociéramos todos (se está gestionando en secreto), nos daría mucho más que pavor. Pero eso a ellos no les preocupa porque no les han dicho que eso les tiene que preocupar.

Los votantes, simpatizantes y militantes del Partido Popular se han erguido chulitos para decir: «No pasarán», refiriéndose a la turbamulta filoetarra, bolivariana, socialdemócrata de toda la vida y comunista al viejo uso reunida en ese frente popular que llegaba para destruirlo todo. Por eso están tan orgullosos de su labor, de su franqueza, de su entrega a la patria, de su colmada victoria.

Los votantes, simpatizantes y militantes del Partido Popular son la caspa, lo viejo, el ordeno y mando, los beneficios de los privilegiados frente a la justicia social, la limosna en lugar de la solidaridad y el apoyo mutuo, son el freno para el progreso, para el futuro que, así, tardará más en llegar.

Tal vez alguno de los votantes, simpatizantes y militantes del Partido Popular haya votado engañado, que no supiera que votar Partido Popular era para todo lo que llevo explicado, y bastante más, pero así es, ya no hay remedio. Ahora todos tenemos que encarar un nuevo mandato en el que seguiremos viendo como, de verdad, continua desintegrándose lo que se había conseguido y que era preciso seguir desarrollando para consolidar un estado de derecho, un estado solidario y un estado del bienestar para todos, y no sólo la patria floreciente de unos pocos, que esquilman y se aprovechan del resto.

Todo esto dicho con el todo el respeto.

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